CÁNDIDA GARCÍA SANTOS “La abuelita mochilera”

0
3104

Fotos Dolores Collantes Jiménez

Dolores Collantes Jiménez.- Todos la llaman Kandy y ella está encantada. Se jubiló hace 20 años, con 65, Una edad en la que pensamos quizás de forma errónea, que todo lo interesante en esta vida ya ha llegado a su fin. Sin embargo, es cuando renació -por decirlo de algún modo-, demostrando con un gran sentido común, que mientras se esté vivo no hay edad ni límites para alcanzar proyectos y cumplir sueños. Desde entonces, no ha parado de desplazarse por el planeta. Su vida es de una intensidad admirable, digna del mejor guion de película. Nadie lo diría al ver a esta mujer menuda y de aspecto frágil, pero dueña de una fuerza interior y clarividencia intelectual que ya quisiéramos muchos.

Me recibe estrenando nueva imagen: se ha deshecho del tono pelirrojo y dejado su cabello cano, y como si fuese un valioso talismán sólo ha salvado su largo y rojizo mechón de pelo -su “marca de la casa”, como reconoce entre risas-, además, luce el símbolo del hinduismo en su frente; el típico “bindi” -o tercer ojo- que hace alusión al aura y a la sabiduría; es un libro abierto y pienso que nada le podría quedar mejor y ser más acertado. Reparo en sus orejas y veo que se ha tatuado la forma de un pendiente distinto en cada lóbulo -más original no podría ser-, está vestida con un alegre y cómodo atuendo y se lía un cigarro con la destreza de una adolescente hippy, al verla, me cuesta creer que realmente tenga la edad que dice tener…

Vive en una bonita casa que acaricia el borde de la playa, en donde observo un detalle muy peculiar, en un lateral del frondoso jardín se encuentra reposando un pequeño barco, el “Aloha”, que permanece varado y paciente, contemplando con anhelo el mar Mediterráneo, esperando con firmeza que lo rescaten y capitaneen de nuevo para evocar y vivir nuevas aventuras, surcando las azules aguas marcando su estela… Sospecho que su espera será larga.

En ese maravilloso vergel he tenido el placer de charlar con ella; con su verbo sensato y tranquilo, me ha resultado muy agradable dejarme transportar e imbuir en algunas de las experiencias de su casi centenar de viajes alrededor del mundo, con la única compañía de portar a sus espaldas su fiel macuto. Y con sus generosas confidencias, durante unas horas, me ha hecho sentir su cómplice y compañera de aventuras…

Acumula muchos años de rodaje vital interactuando con el resto de la humanidad y es muy evidente que domina una inteligente psicología en su modo de vivir, que pone en práctica y sabe transmitir de forma natural en cada palabra que sale de su boca.

La acertada combinación de atributos de su personalidad tan singular, no es otro que el resultado de tener la inmensa fortuna de ser la dueña de unas neuronas jóvenes y atléticas, como ella es: una mujer de 85 años con un espíritu joven y una mente sana, despierta y muy bien equilibrada, que irradia felicidad porque simplemente es feliz haciendo y siendo quien es, sin importarle un ápice lo que opine el resto del mundo. Sabedora de que su fuerza aflora con energía por ser la única que tiene autoridad para pilotar el barco de su vida. Ese es su gozo.

Kandy, no dejes de alcanzar objetivos y cumplir sueños. ¡Sigue adelante!

Biografía de  CÁNDIDA GARCÍA SANTOS, “La abuelita mochilera”

Hija de padres labriegos, nací en Íscar, Valladolid, el 29/03/1935. Tengo dos hermanos (sólo vive el varón). Muy joven estudié magisterio y sustituía a la maestra de mi pueblo. Nuestros padres se trasladaron a San Sebastián y regenté nuestro camping en Oiartzum -ahí empezó a germinar mi espíritu viajero-. Conocí a mi primer marido, el abogado holandés J.Van Hoofj. Vivimos unos cinco años en Utrech (Holanda) y allí nació nuestro hijo -que nos ha dado una maravillosa nieta-. Después regresamos a España y buscando un lugar donde asentar un camping encontramos unos magníficos terrenos en Carchuna (mi hermano es el propietario del camping Don Cactus). Nosotros compramos un pequeño terreno colindante en el que construimos nuestra casa y aquí establecimos el despacho. Pero antes, mi marido se tuvo que volver a sacar la carrera de derecho porque no se la convalidaban. Al mismo tiempo, yo también decidí matricularme y a la edad de unos 30 años conseguí mi licenciatura en dos años y medio. He sido abogada hasta mi jubilación. Finalmente me divorcié y posteriormente me volví a casar con el guionista y director cinematográfico Fernando Merino Boves, con el que estuve conviviendo seis maravillosos años antes de su fallecimiento -fui feliz como una perdiz.

Siempre digo que mi vida se compone de tres felices etapas: primero, cuando joven dirigiendo un camping; después, la de casada y madre desarrollando mi profesión de abogada; y, por último, la de jubilada y viajera por el mundo. 

Dígame su reacción ante una persona que en lugar de animar y motivar le suelta a bocajarro: “¿Pero dónde vas?  ¡Que se te ha pasado el arroz!  ¡Ridícula!”

(Risas) Me parecen tan absurdas esas palabras que ni le contestaría. ¿Que se me ha pasado el arroz? ¿Es que hay un tiempo marcado para vivir? El arroz puede estar pasado con 20, 50 o 100 años, no hay límites. La edad no existe, es algo que nos hemos inventado nosotros. Cuando alguien me pregunta por mis años le contesto que tengo los justos para hacer con mi vida lo que me dé la gana y no pedir permiso ni dar cuentas a nadie. Ahí es cuando se empieza a florecer y nunca se pasa el arroz. Eso es una gran ventaja. ¡Hay que aprovechar la vida mientras se esté viva! En mi mente no existe el sentido del ridículo… Quien llega a hablar así es una persona amargada que todo lo ve mal.

Más de una vez habrá pensado que, si hubiera tenido achaques de salud, sin duda, esto le habría frenado. Con su carácter tan dinámico, ¿cree que habría conseguido suplir esta inquietud con alguna otra actividad, en caso de no haber podido viajar?

Seguro que sí. Por fortuna tengo salud, pero también he tenidos achaques. Justo dos días antes de realizar un viaje a Nepal (abril 2015) sufrí un accidente en casa y me rompí la cadera. Me pusieron una prótesis. Mientras estaba de reposo, un día, puse la tele y vi con pavor que se había producido el terrible terremoto en esta zona. Si no llego a romperme la cadera me habría pillado de lleno. Por eso, pienso que todo sucede por algo.

En caso de no haber podido viajar me habría dedicado a cualquier actividad, como dar charlas para estimular a las personas que están solas. Todos necesitamos hablar con alguien que nos escuche. Lo que sí es seguro es que nunca me habría quedado en casa gimoteando y contemplando la televisión.

En marzo, debido al cierre de fronteras por el coronavirus se quedó atrapada en Birmania (Myanmar) junto a otras 4 viajeras españolas y tuvieron muchas dificultades para poder salir de allí con garantías en todos los aspectos. Usted ya tiene mucho rodaje y es veterana pero, ¿ellas se han quedado con ganas de más viajes después de la pesadilla que vivieron?

Conseguimos salir de allí gracias a la Embajada de Suiza. Tuvimos muchos problemas y fue toda una aventura. Nos mantenemos en contacto y me dicen que la primera vez que salgan de nuevo de viaje quieren regresar al mismo lugar para iniciar el recorrido desde donde lo dejamos. Recomiendo visitar este país porque es absolutamente extraordinario. Debido a la inestabilidad política que padecía fui postergando su visita, pero desde que lo he descubierto, estoy encantada y quiero volver lo más pronto posible.

Cuando estuvo en el distrito de Anantapur, en el estado de Andhra Pradesh, en la India, ¿se alojó en la Fundación Vicente Ferrer?

Me pareció un sueño vivir esta experiencia. Estuve unos días alojada con ellos en su Fundación. Tuve el enorme placer de conocer a Vicente Ferrer, que, aunque ya estaba muy enfermo, seguía cada día al pie del cañón sin desfallecer. Su sola presencia lo llenaba todo. Era un hombre sabio y muy humilde. Su labor es inmensa.

También recuerdo de forma especial el tiempo que dediqué a colaborar en distintos proyectos con las Misioneras de la Caridad de la Casa Madre Teresa de Calcuta.

La india es un país que me fascina, me transmite infinidad de emociones. Admiro la capacidad de adaptación que tienen a la falta generalizada de recursos. Estoy convencida de que en mi anterior vida fui india e hindú.

¿Ese espíritu tan optimista que tiene es su mejor medicina para recargar pilas y seguir adelante? ¿Cuál es su secreto?

Vivir intensamente cada cosa que hago. He ido a la India unas 22 veces y cada vez que voy es como si fuera la primera vez. La vida son momentos. Yo me suelo decir: “Qué alegría, he vivido un día más, tengo más recargadas las pilas, no voy para atrás, cada vez soy más fuerte”. Pienso que se es mayor cuando se dejan de tener sueños y proyectos. ¡Hay que mirar el mundo con ilusión! 

Y no piensa que es, al contrario, ¿que cada día está más desgastada la pila?

No. Eso sería pensar en negativo. No hay que pensar en la vida que se vivió ayer, porque ya ha pasado, ni en la de mañana, porque no sabes lo que va a suceder. Por eso, cada momento hay que vivirlo lo más intenso posible. Solamente se vive el hoy.

¿Qué consejos le daría a esa persona que le falta un leve empujoncito para terminar de decidirse y colgarse la mochila?

Que el mundo se puede ver de muchas maneras, pero el ir con la mochila -lo tienes todo a mano- te da una libertad e independencia increíble. Para ver realmente un país tienes que convivir con sus habitantes y hacer uso de todos los sentidos. Los países asiáticos son mis preferidos por el gran contraste, solo tienes que sentarte en cualquier sitio y verlos pasar por la calle. Son tan diferentes a los occidentales que es otro mundo. Además, no necesitas llevar ropa de abrigo.

¿Su filosofía de vida?

Ser conscientes de que tu vida la puedes convertir en todo positivo o todo negativo. Siempre procuro hacerlo lo mejor que sé y si me equivoco pienso “mira que lección me ha dado la vida, he aprendido que no tenía que haberlo hecho así”. Yo no tengo equivocaciones, en todo caso, aprendo de forma continua. Nunca me digo “¡que torpe!” Cuando me miro al espejo y veo mi rostro pienso “qué alegría que he podido llegar a viejecita, y qué alegría la cantidad de arrugas que surcan mi piel… ¡Eso es que he vivido! ¡Qué suerte la mía, maravilloso Kandy, tienes un día más! ¡Guapa!” Hay que aceptarse como se es y no pretender ser algo antinatural. Cada una de mis arrugas ha sido una experiencia de mi vida. Son las señales de mis risas y llantos.

¿Le gusta saber que se ha convertido en una especie de referente y que algunos médicos la ponen como ejemplo, para tratar de motivar a sus pacientes, de cómo tiene que ser un envejecimiento activo?

Hay médicos que se han puesto en contacto conmigo, para hacerme saber que he conseguido más con sus pacientes en un par de meses de viaje, que ellos con años de tratamiento. Me siento muy satisfecha porque pienso que lo más bonito es dar, y eso vuelve a ti de alguna forma. Procuro transmitir siempre lo mejor de mí. Cuando vamos de viaje, el grupo que se forma actúa como una especie de terapia. Al no conocerse entre sí no tienen reparos en abrirse y contar sus problemas. Se forma un ambiente extraordinario y nos reímos mucho. He formado distintos grupos y no dejan de mandarme mensajes preguntando cuándo nos ponemos en marcha. Les da igual el lugar de destino. Suelo hacer unos seis viajes al año.

¿No ha pensado en constituir una especie de Club de viajeros para servir de estímulo?

Creo que es lo que estoy haciendo. Cada vez que voy a realizar un viaje lo comunico a través de mis redes sociales, y por ejemplo, digo: “El día 20 de septiembre me voy a Croacia, si queréis acompañarme alguien me lo decís con tiempo”. Y me escriben unas 50-70 personas. Lógicamente voy seleccionando a las que ya conozco de más tiempo y de otros viajes. Estoy haciendo esto desde los 78 años, ya que mi hijo me insistió porque según él ya estoy muy mayor y no debo ir sola… ¡Increíble! ¡Estando como estoy en plena juventud!

Trato de enseñarles todo lo que sé para que aprendan a volar solos. A veces, cuando organizan viajes por su cuenta a países y destinos que no conocen, me lo hacen saber con tiempo y les doy toda clase de consejos e indicaciones para que hagan un viaje extraordinario y feliz. Mi misión es esa, enseñarles e infundirles confianza.

¿Qué hay que hacer para dar la vuelta al mundo como usted?

Primero tener claro que se quiere hacer. Cuando yo me lancé a esta aventura, sabía que sería agotador. Saqué un billete de avión “vuelta al mundo”, en el que puedes estar viajando un mínimo de seis meses y máximo de doce; elegí los países que quería visitar. Realicé mi primera vuelta a la tierra en nueve meses. El peso máximo que alcanzó mi mochila fueron 6 kilos -con eso, tuve más que suficiente para vivir-. Empecé en Argentina porque era verano y acabé en la India, y de ahí, a España. Reconozco que llegué agotada y derrotada físicamente, pero, interiormente me sentía poderosa y plena. Desde entonces, nada me parece imposible. Esta experiencia me cambio el chip en muchos aspectos.

En aquellos años despertó mucho interés en los medios de comunicación el que una mujer se quitara la toga y se colgara la mochila para disponerse a viajar alrededor del mundo sola y siendo ya mayor. Esto era casi tabú.

¿En qué aspecto le cambió el chip?

En saber absorber al máximo y con todos los sentidos el lugar que se visita. No se puede estar pendiente de cambiarse de modelo de ropa varias veces al día, para salir mona en las fotos y presumir ante los amigos. No se puede perder el tiempo en eso, este no debe ser el objetivo del viaje. Hay que pensar en disfrutar e integrarse al máximo en el lugar, tanto como si fueras autóctono, siendo respetuosos con sus costumbres y tradiciones. Hay que tener la mente abierta.

Ha procurado alojarse en albergues juveniles, entre otras razones, además de parar ahorrar en gastos, para interactuar y conocer a todo tipo de personas. Sin tener en cuenta el gasto económico del avión, ¿se necesita mucho presupuesto para realizar un viaje como los que ha hecho?

Hay que saber sacar el billete de avión: existen fechas que son mucho más baratas que otras. Realizar un viaje nada más que para 8 días sale caro. Hay que procurar hospedarse en albergues. En concreto en la India por unos 7 euros al día tienes alojamiento y comida. Suelo ir con frecuencia a Kerala y me alojo en el al Ashram de la madre Amma. Es un lugar espectacular y además muy barato. 

Comenzó a viajar con una edad digamos que a tener en cuenta. ¿De alguna forma esto le ha favorecido en algún aspecto mientras ha transitado por el mundo?

No te imaginas el chollo que es. Cuando te ven tan mayor, todo el mundo tiende a protegerte y cuando me ven sola la mayoría me ofrecen hasta su casa para pernoctar.

¿Tiene el temor de que el Covid-19 le ha cortado las alas y ha puesto punto y final a sus travesías por el mundo?

Me ha cortado las alas provisionalmente. Quizás no pueda ir tan lejos. Si hay que viajar dentro de Europa, lo hago. Y si no puedo salir de España, viajaré aquí. Pero lo que está claro es que no entra en mis cálculos el parar de descubrir lugares y cosas. Me encuentro muy joven y quiero disfrutar. Necesito vivir intensamente. Yo no puedo decir “ya lo haré dentro de un tiempo”, tengo que hacerlo ya, hoy. 

Defínase

Soy muy persistente, bastante habladora y de carácter inquieto y decidido. Mi apetito es frugal. Desde muy joven fumo tabaco de liar. No hago ejercicio. Me considero coqueta pero no uso joyas ni reloj. Tengo una gran memoria, se podría decir que fotográfica.  Me gustaría ir a vivir a una autocaravana. Algo excéntrica e impulsiva…  No tengo miedo a morirme y me da igual que sea hoy o dentro de diez años: estoy convencida de que nuestros días están señalados y hagas lo que hagas, tienes tu fecha de caducidad. No me gusta que me digan que soy valiente: en esta vida hay que ser precavidos, pero no miedosos; si yo lo hubiese sido, no me habría movido de casa. Lo del miedo a viajar de algunas personas no lo entiendo; hay gente que vive aterrada y esto está fatal ya que las energías que cada individuo tenemos se debilitan; el positivismo es como una coraza que te pones y te protege.

No me considero especial, solo es que veo la vida de forma diferente. Uno envejece cuando deja de soñar.  Fíjate, algunos de mis colegas de profesión, al principio, creían que iba a durar poco en esta nueva faceta y que retomaría la toga. ¡Cuando tomo una decisión esta se queda tomada! ¡Ah! Y me encantan los retos y la aventura.

¿Qué ha aprendido con sus viajes?

A desprenderme de las cosas superfluas y no juzgar a la gente. Cuando me disponía a cruzar el estrecho de Magallanes desde Ushuaia (Argentina), coincidí con un mochilero. El aspecto de este hombre era impresionante: la mochila se le caía a trozos de vieja, sus ropas estaban limpias pero muy desgastadas y su apariencia era la de un pobre hombre sin ningún recurso para subsistir. Pasado un tiempo, me lo volví a encontrar en un pequeño pueblo de Guatemala, alojado en el mismo albergue que yo. Iniciamos conversación e hicimos amistad. Sin esperarlo, un día sacó una guitarra y empezó a tocar de forma magistral. Pues bien; este “vagabundo” es un conocido dibujante de un famoso periódico de Nueva York, que llevaba varios años recorriendo el mundo y en su deambular aprovecha para pintar los paisajes junto a sus habitantes. Le manda su trabajo a la editorial y estos le pagan. Así puede seguir viajando. Su inteligencia y educación me impresionó. Pocas veces he conocido a una persona con esa riqueza interior en todos los aspectos. Me decía que toda su vida había querido ser libre y por fin lo había conseguido. Es una persona sabia.

Un consejo

La gente se tiene que dar cuenta de que hay que vivir y no vegetar. Cuando se está en casa, aunque los días sean maravillosos, si son rutinarios, son horribles. Las personas grises no transmiten nada. Hay que salir al mundo y saber dejar huella.

Una frase.

Mejor te digo dos: “Yo puedo y como puedo lo voy a hacer” y “Prefiero cansarme que oxidarme (Madre Teresa de Calcuta)”.

¿Próximo destino?

En septiembre tengo planeado ir a Croacia junto a un grupo de unas diez mujeres similares a mí. Vamos a alquilar una furgoneta para desplazarnos y recorrer el país. Lo veo muy seguro. Conozco un poco este país y quiero terminar de explorarlo con este grupo. Hay mucho que ver. También tengo en mente Camboya cuando pase esto del coronavirus.

Cuando haya concluido su intenso viaje vital, ¿cómo le gustaría que se la recordara?

Jamás me habían preguntado esto: nunca lo había pensado. Que me recuerden pensando que si Kandy, con sus años pudo conseguir sus objetivos… ¡¿Por qué yo no?! Me gustaría servir de estímulo en la memoria de la gente para que también los logren. 

¿Se considera una mujer feliz?

¿Y qué es la felicidad? Si es tener todo lo que deseas… Yo lo tengo. Pienso que ser feliz es estar satisfecho con lo que tienes y eso no está en el exterior, está en ti, sin cosas externas. Si tu felicidad depende de cosas externas es que no has sabido enfocar la vida. Solamente tienes que ser tú con tu yo interior. Yo le llamo mi “niña” interior, y hablo con ella y le pregunto: “¿Qué te falta? ¿Qué te sucede?”, porque si no me amo a mí misma, entonces, no puedo dar amor a los demás. Sí, me considero feliz.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here