Editorial ( Motril@Digital)– De verguenza. Lo de la UGT y CCOO de apoyar a los golpistas catalanes y sumarse a la manifestación del 15 de abril cogidos del brazo de los que no aceptan el Estado de Derecho y su legalidad vigente, ANC y Òmnium, ha sorprendido a propios y extraños.
El asturiano y afincado hace 27 años en Cataluña y secretario general de UGT a nivel nacional, Josep María Álvarez, ya dijo antes de ser elegido que no iba a variar su posición de que se celebrara un referendum catalán. Un criterio que es tan respetable como cualquier otro ugetista que siga la cuerda ideológica de izquierdas, derechas, del Barça, del Real Madrid, cristiana, ciencióloga…Lo que no es de recibo es que este señor que representa a uno de los sindicatos más añejos de este país, 12 agosto de 1888, utilice las siglas y las contamine con sus reivindicaciones estrictamente personales de matiz político, no sindicalista, torpedeando el espíritu fundacional de la UGT, basado en valores que apuestan por la defensa de los trabajadores, la democracia, la paz, el progreso… y desde el Tratado de Roma, 25 de marzo de 2017, por una Europa más justa y solidaria.
Se anuncia que se están dando de baja multitud de afiliados de ambos sindicatos y que el cabreo es mayúsculo entre la militancia ante la postura adoptada por sus líderes, de aliarse con los antisistema, antieuropeistas, anticapitalistas y anarquistas de la Cup. Con los corruptos del 3% de los Pujoles, Palau, Puigdemont, Mas y compañía. Con los que se saltan la ley, el estado de derecho y la Constitución. Con los que han echado de Cataluña con su política unilateral independentista a más de 20 mil empresas. Con los que están empobreciendo Cataluña y enfrentándose con la mitad de los catalanes, con el resto de los españoles y con la Unión Europea. Con el independentismo que alberga el eufemismo de pacifista cuando en realidad lo que hasta ahora han destilado ha sido odio, fascismo, anarquía, imposición, caos, división, aislamiento, enfrentamiento y miseria, junto a “su brazo armado” callejero, ANC y Òmnium.
Los máximos representantes de UGT y CCOO no sólo no han estado a la altura de su responsabilidad sino que además han herido gravemente la imagen de dos organizaciones sindicales, que no les pertenece, y para más inri, no han pedido permiso a sus legítimos dueños, los trabajadores, que son en definitiva los que dan vida, y motivo de su existencia.